Todo aquel que se haya pasado por la casa de una novia en las horas previas al enlace seguro que me entiende. El camarote de los hermanos Marx pero con más glamour.
En una ocasión cuando llegue con mi maletín, me esperaba la novia. Y sus padres, sus tres hermanas, dos sobrinos, la mejor amiga y la peluquera. Mientras la pequeña de sus sobrinas se encaramaba a las rodillas de la futura esposa y yo intentaba ponerle a esta última correctamente el eyeliner, la madre de la afortunada me preguntaba si las medias que se había puesto eran adecuadas…. El otro niño, me miraba receloso con cara de pocos amigos.
Casi pierdo el maletín por el camino porque se rompió el asa y a la vuelta unos amables dependientes de una tintorería me dieron una bolsa mas o menos resistente para llevarlo sin parecer una porteadora africana volviendo a su choza con algo en la cabeza.
Los pasos para dejar impecable a una novia son difíciles de enumerar, así como la cantidad de situaciones peculiares, nervios diversos, costumbres fotográficas, tocados plumíferos y preguntas sobre estilismo que tiene que ver una humilde maquilladora.
Mi enhorabuena y reconocimiento a todas aquellas que en estos momentos pasan por el enorme esfuerzo (a veces suplicio) de preparar el día mas feliz de sus vidas.
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