Querida María,
Inolvidables tus manos. Grandes, suaves y con unas largas
uñas que por fin habías conseguido ver largas. La cara de tu madre triste a
nuestro lado, pero contenida.
Sabiendo que no te quedaba mucho.
Ese día caluroso de julio en el que cualquier tontería que
me preocupase se me olvido mientras mimaba tus manos. Mientras dije un montón
de tonterías queriendo hacerte sonreír un poco. Una hora de trabajo imborrable.
Una manicura que no olvidaré nunca.
Nos dejaste el 16 de agosto ,en Burgos. Supongo que huyendo
del caluroso verano de Madrid. Acababas de cumplir los 22.
Vaya desde aquí mi pequeño homenaje a todas aquellas mujeres
que sufren el cáncer en cualquiera de sus formas. Que luchan día a día no sólo
por vencerlo sino por ver caras felices entre los suyos, seguro que tragándose
mucho dolor.
precioso mensaje, lo siento
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